Reconstrucción tras los accidentes nucleares: Investigadores ucranianos y japoneses se dan la mano

2023.01.20

JICA colabora desde 2017 con la Agencia de Ciencia y Tecnología de Japón (JST) en un proyecto conjunto internacional relacionado con Chernobyl y Fukushima. El objetivo del proyecto es la utilización eficaz de zonas actualmente aisladas debido a accidentes de centrales nucleares. Como parte de este proyecto, el Instituto de Radiactividad Ambiental de la Universidad de Fukushima invitó a un joven investigador ucraniano a capacitarse en el instituto de julio a diciembre de 2022. Esto tuvo lugar después de que la invasión rusa de Ucrania causara graves daños a las instituciones de investigación ucranianas, obligando a muchos investigadores a suspender sus actividades. Investigadores de Japón y Ucrania establecieron estrechos lazos a través de este proyecto con el deseo compartido de reconstruir las zonas afectadas por accidentes de centrales nucleares.

La investigadora ucraniana fue la Dra. Olena Burdo, del Instituto de Investigación Nuclear de la Academia Nacional de Ciencias de Ucrania, quien pasó cuatro meses en Japón colaborando en el proyecto.

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La investigadora ucraniana Dra. Olena Burdo en el Instituto de Radiactividad Ambiental de la Universidad de Fukushima

Fukushima y Chernobyl realizan investigaciones conjuntas

El peor accidente nuclear de la historia ocurrió en abril de 1986 en la central nuclear de Chernobyl, en Ucrania, que entonces formaba parte de la antigua Unión Soviética. Y aunque pasaron 36 años, el área situada en un radio de 30 km de la central sigue siendo una zona de exclusión debido a la contaminación radiactiva. En 2011, partes de la prefectura de Fukushima se vieron afectadas por la radiactividad procedente del accidente de la central nuclear de Fukushima Daiichi causado por el Gran Terremoto del Este de Japón. Desde 2017 se están llevando a cabo investigaciones y estudios sobre el impacto ambiental de la contaminación radiactiva en el marco del proyecto SATREPS (Asociación de Investigación Científica y Tecnológica para el Desarrollo Sostenible). Este proyecto utiliza técnicas de vigilancia ambiental para encontrar formas eficaces de utilizar la zona de exclusión de Chernobyl.

La Dra. Burdo, una de las colaboradoras ucranianas en este proyecto, estudia los efectos de la radiación en ratones salvajes que viven en la zona de exclusión de Chernobyl. Realizó su capacitación en Japón en el Instituto de Radiactividad Ambiental de la Universidad de Fukushima, el instituto de investigación representativo del proyecto. También colaboró con investigadores del Instituto de Medicina de Emergencia por Radiación de la Universidad de Hirosaki y de la Universidad de Ciencias de Hokkaido para perfeccionar los conocimientos necesarios en su campo de especialización, y se reunió con otros investigadores.

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La Dra. Burdo captura ratones, objeto de su investigación, en la zona de exclusión de Chernobyl (Ucrania).

Adquisición de la última tecnología en análisis cromosómico

Durante su capacitación en Japón, la Dra. Burdo aplicó la técnica FISH (hibridación fluorescente in situ) para analizar las aberraciones cromosómicas en ratones. Esta técnica avanzada utiliza dos o más tinciones fluorescentes para teñir los cromosomas y detectar anomalías. Requiere un alto nivel de experiencia y conocimientos.

Dado que la tasa de aberraciones cromosómicas aumenta en relación con el incremento de la cantidad de exposición a la radiación, el valor de aberración cromosómica puede utilizarse para determinar cuánto se ha expuesto a la radiación una muestra individual. En el caso de una exposición a dosis bajas, deben analizarse más de 1.000 células por ratón para detectar aberraciones cromosómicas. La técnica FISH no sólo puede reducir el tiempo de análisis a menos de una décima parte del método convencional de tinción monocolor, sino que mejora la precisión del análisis.

"Oí hablar de esta técnica cuando estuve en Ucrania, pero nunca la había practicado. Agradezco el apoyo de los numerosos investigadores japoneses que me dieron la oportunidad de aprenderla", dice la Dra. Burdo. "Me propongo utilizar los conocimientos que he adquirido para analizar los cromosomas de ratones que viven en la zona de exclusión de Chernobyl. Esto nos dará una idea cómo se verían afectados los humanos si se reabriera la zona de exclusión"

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(En el sentido de las agujas del reloj, desde arriba) La Dra. Burdo, el Prof. Miura Tomisato, del Instituto de Medicina de Emergencia por Radiación de la Universidad de Hirosaki, y otros capturan ratones salvajes en una zona de exclusión de la ciudad de Namie, en la prefectura de Fukushima; la Dra. Burdo estudia métodos de análisis en la Universidad de Hirosaki; otra sesión de capacitación con el Profesor Adjunto Nakata Akifumi, de la Facultad de Ciencias Farmacéuticas de la Universidad de Ciencias de Hokkaido: Extracción de células de ratones capturados. El profesor del proyecto Ishiniwa Hiroko (derecha), del Instituto de Radiactividad Ambiental de la Universidad de Fukushima, también participó en esta capacitación; Cromosomas de ratón teñidos con la técnica FISH, vistos con un microscopio de fluorescencia.

Encontrar formas eficaces de utilizar la zona de exclusión de Chernobyl es uno de los planes más importantes del gobierno ucraniano para el desarrollo económico del país. El gobierno está considerando la construcción y utilización de instalaciones de almacenamiento de residuos radiactivos, instalaciones de reprocesamiento e instalaciones de energías renovables, etc. en el futuro. Para lograrlo, es esencial conocer cómo afecta el medio ambiente a las personas en esta zona.

Japón presta más apoyo para la superación de la sombría situación de Ucrania en materia de investigación

"El afán de la Dra. Burdo por aprender y asimilarlo influyó en mi propio pensamiento", afirma Ishiniwa Hiroko, profesor de proyectos del Instituto de Radiactividad Ambiental de la Universidad de Fukushima. Organizar el programa de capacitación de la Dra. Burdo en Japón ayudó a Ishiniwa a darse cuenta de lo afortunado que era por encontrarse en un entorno en el que podía investigar libremente.

Puesto que el Instituto de Investigación Nuclear de la Academia Nacional de Ciencias de Ucrania, donde trabaja la Dra. Burdo, era considerado un posible blanco de la invasión rusa, no dudaron en cerrarlo durante unos tres meses. "Temíamos ser atacados, y la situación era tensa, siempre preguntándonos cómo conseguiríamos alimentos y cómo lograríamos sobrevivir. No podíamos concentrarnos en nuestra investigación", dice la Dra. Burdo.

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La Dra. Burdo (segunda desde la derecha) se refugió en los suburbios de Kiev tras la invasión.

Fue en esos tiempos difíciles cuando se enteró de la oportunidad de continuar su investigación en Japón, y sintió que era "como un sueño hecho realidad". La Dra. Burdo pasó cuatro meses trabajando con investigadores japoneses. "Fue un tiempo muy valioso, no sólo porque pude sumergirme en la investigación, sino también porque pude llevar una vida normal y reflexionar profundamente sobre mi futuro", afirma.

Aunque la situación en Ucrania sigue siendo difícil y los cortes de electricidad son habituales, la Dra. Burdo reanudó sus actividades de investigación en Chernobyl a su regreso en diciembre. Sigue abocada a su investigación mientras supera la adversidad, y la profesora Ishiniwa le desea lo mejor. "Seguiré apoyándola. Espero sinceramente que podamos volver a investigar juntas", dice Ishiniwa.

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Al igual que la Dra. Burdo (derecha), la profesora Ishiniwa Hiroko (izquierda), del Instituto de Radiactividad Ambiental de la Universidad de Fukushima, estudia los efectos de la radiación en la fauna. Las dos científicas realizaron trabajos de investigación juntas en Ucrania en 2018 y 2019.

Utilización en el futuro de la red de investigadores desarrollada a través del proyecto

El profesor Nanba Kenji es el director del Instituto de Radiactividad Ambiental (IER) de la Universidad de Fukushima. "Antes de la invasión rusa, estábamos realizando un relevamiento con personas en la zona de exclusión de Chernobyl bajo estrictas medidas de control de dosis de radiación", explica. "La política del gobierno ucraniano sobre el uso eficaz de la zona de exclusión había empezado a tomar forma gracias a esos datos de seguimiento, lo que me parece un logro importante".

El proyecto incluía planes para realizar un estudio conjunto en Ucrania en marzo de 2022, pero la invasión lo paralizó. Cuando los miembros del proyecto se enteraron de que la central nuclear de Chernobyl había sido ocupada y de que las computadoras y el equipo de vigilancia utilizados para la investigación habían sido destruidos, se apresuraron a proveer repuestos. También pudieron proveer un microscopio de fluorescencia para su uso con la técnica FISH, que esperan que se utilice para diversas tecnologías en Ucrania en el futuro.

"Por supuesto, compartiremos nuestros hallazgos de Fukushima con Ucrania", afirma el profesor Nanba. "Pero también hemos aprendido mucho de la experiencia de Chernobyl. Aunque no me gusta pensar en ello, debemos seguir investigando todos los contaminantes en caso de que se produzca otro accidente nuclear, que podría ocurrir en cualquier parte. La investigación en Chernobyl es muy importante también para los investigadores japoneses".

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El profesor Nanba cree que seguir midiendo los niveles de radiación ambiental revelará el movimiento no sólo de materiales radiactivos sino también de materiales relacionados, lo que permitirá comprender mejor la conexión entre el medio ambiente y la vida animal. Afirma que los datos obtenidos a través del proyecto pueden ser ampliamente utilizados para el futuro desarrollo de la agricultura y la silvicultura.

Las actividades de investigación en Ucrania siguen siendo un desafío. La Universidad de Fukushima recibe ahora a un estudiante de doctorado de la Universidad Nacional de Ciencias de la Vida y el Medio Ambiente de Ucrania, que se incorporó al proyecto en diciembre de 2022. "Seguiremos apoyando la investigación y el desarrollo de recursos humanos de Ucrania en el campo de la radiactividad ambiental", afirma el profesor Nanba.

Nanba afirma que, además de obtener datos científicos, los participantes en el proyecto aprovecharán la red de investigadores y las sólidas relaciones de confianza que han cultivado a través de su investigación conjunta para prepararse para lo que pueda venir después. Aunque está previsto que este proyecto finalice en marzo de 2023, los investigadores seguirán trabajando codo a codo en investigaciones que vinculen Chernobyl y Fukushima para hacer realidad un futuro mejor.


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