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Nosotros, los oficiales de programas de JICA, que nos ocupamos de gestionar y de dar seguimiento a cada uno de los procesos que conlleva la ejecución de proyectos, vivimos experimentando diferentes emociones. Algunas de estas nos producen felicidad, satisfacción e ilusión, pero existen también las otras, las que crean frustración, incertidumbre y desesperación, y por qué no decirlo, también hay enojo, tristeza y ganas de claudicar.

Pero, al final de cuentas, plasmar en un documento una planificación perfecta, y llevarla a una vida real, no es lo mismo que incluir variables, podemos prever contingencias, pero no podemos quitar la parte humana de lo se va realizar.

Desde el momento que ocurre el cambio de una autoridad, o parte del equipo, todos los procesos se afectan, y eso es porque no podemos obligar a todas las personas a tener el mismo análisis o razonamiento sobre lo plasmado en un formato, tomará siempre una serie de empujes para volver a encaminar el proceso.

Estimados compañeros, así he aprendido yo a ver lo que nos ocurre cada día en las funciones de nuestro trabajo. Déjenme decirles que siento cierto gusto a esa exigencia que generan los retos diarios. Los retos que en realidad se llaman ¨personas¨. Yo he conocido personas expertas en buscar una solución a cada problema, pero también las hay las que buscan un problema a cada solución. ¿Con cuál de esas nos identificamos nosotros mismos? sería una pregunta interesante.

Al final del camino, existen esas grandes satisfacciones al ver la transformación que ocurre gracias a nuestros proyectos. Se impactan vidas reales. Y podrá haber muchos métodos científicos de medición para conocer en números los impactos, pero nosotros, los que estamos en los procesos, los vivimos y vamos siendo partícipes de esa transformación tan tangible.

Finalmente, quiero compartirles un poco de lo que se ha ido logrando en uno de los proyectos que vi primero plasmado en un papel y que con esa referencia estuve en el sitio imaginado cómo iba a ocurrir esa transformación. Falta mucho por hacer, y les hablo de retos enormes, pero hoy en un 62% de avance, y viendo cómo esos guatemaltecos profesionales que están trabajando en el campo cada día, lograron construir de la nada lo que hoy vemos, me llena de satisfacción. No todo es malo, siempre es bueno cambiar de actitud, cada día podemos hacerlo de nuevo.

Les comparto un antes y un después del Puente sobre el Río Copón, una pequeña parte del proyecto de construcción y mejoramiento de la carretera QUI21 Tramo III.

Antes

Después

Antes

Después