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2 de agosto de 2021

Artículo del Presidente Kitaoka: El mundo y Japón después de la COVID-19 - Japón debería liderar el mundo libre a través de la AOD


El mundo y Japón después de COVID-19
Japón debería liderar el mundo libre a través de la AOD

KITAOKA Shinichi
Presidente de la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA)

PUNTOS DESTACADOS

  • El mundo post COVID-19 se enfrentará inevitablemente a un mayor ascenso de China
  • Japón debería contribuir al mundo a través de la asistencia sanitaria, el apoyo médico y el desarrollo de recursos humanos
  • Japón debe aspirar a alcanzar el objetivo de AOD en términos de PBI fijado en las Naciones Unidas

La cumbre 2021 del Grupo de los Siete (G7) se celebró en Cornualles (Inglaterra) del 11 al 13 de junio. China y la respuesta a la pandemia de COVID-19 ocuparon un lugar destacado en la agenda del G7.

Era natural que los líderes de las principales democracias del mundo dieran prioridad al debate sobre estas cuestiones. El nuevo coronavirus ha causado un enorme daño al mundo, que sólo es superado por las dos guerras mundiales y la Gran Depresión. La historia demuestra que las crisis a escala mundial suelen provocar grandes cambios estructurales en el mundo. La Primera Guerra Mundial provocó el colapso de varios imperios, como Alemania y Rusia, y el rápido ascenso de Estados Unidos. La Gran Depresión afectó a las principales democracias, como el Reino Unido, Francia y Estados Unidos, con tal dureza que el totalitarismo y el militarismo cobraron impulso. La Segunda Guerra Mundial provocó un mayor ascenso de Estados Unidos y convirtió a la Unión Soviética en una formidable potencia mundial.

Todos esos cambios pasados se produjeron con las guerras mundiales y la Gran Depresión como aceleradores de las tendencias ya existentes. Si la historia se repite, es probable que un cambio importante para el que debemos prepararnos esta vez sea el nuevo ascenso de China. Por su parte, China ha conseguido contener rápidamente la COVID-19 en su país y está reforzando su campaña mundial para ampliar su influencia en los países en desarrollo con una nueva arma: el suministro de vacunas contra la COVID-19.

Si China sigue creciendo de forma pacífica y democrática, no puede haber nada de qué preocuparse. En realidad, China sigue comportándose con un nivel de contundencia y coerción sin precedentes. En consecuencia, la tarea más importante para el mundo libre ahora es cómo evitar que China domine el mundo. En este contexto, los líderes del G7 reunidos en el Reino Unido compartieron su cautela ante el ascenso de China y prometieron el suministro masivo de vacunas a los países en desarrollo.


Teniendo en cuenta que Japón no sólo es la segunda economía del G7, sino también un país adyacente y estrechamente vinculado a China, tiene que desempeñar un papel muy importante en la concreción de los acuerdos del G7 alcanzados en la cumbre de Cornualles. Las democracias avanzadas del mundo, incluido Japón, tienen que reforzar ahora su unidad para apoyar a los países en desarrollo y mantener su liderazgo en la comunidad internacional. ¿Qué debería hacer Japón específicamente con este fin?

En primer lugar, Japón puede ayudar a los países en desarrollo a responder mejor a la pandemia de COVID-19 y a mejorar la atención sanitaria y el sistema médico. Tiene un buen historial de cooperación con los países en desarrollo en el ámbito de la prevención de enfermedades. En países en desarrollo, Japón construyó sistemas de abastecimiento de agua potable y sistemas de alcantarillado, concientizó a la población sobre la importancia de las prácticas de higiene, incluido el lavado de manos, contribuyó a mejorar la nutrición y promovió el uso del "boshi techo" (cuaderno materno-infantil). Contribuyó a mejorar la capacidad de tratamiento e investigación médica en los países en desarrollo durante décadas, incluyendo la construcción de hospitales. La Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA) puso en marcha la Iniciativa de JICA para la Salud y la Medicina Mundial con el fin de contribuir a la mejora de los sistemas de atención sanitaria y servicios médicos en países en desarrollo. La iniciativa incluye planes para ampliar o construir 100 hospitales en todo el mundo, promover la medicina a distancia y el desarrollo de los recursos humanos.

Sin embargo, en cuanto al desarrollo de vacunas contra la COVID-19, Japón se ha quedado muy atrás respecto a Estados Unidos, el Reino Unido, China y algunos otros países. Dado que es improbable que la pandemia de coronavirus termine pronto y que incluso pueden surgir otras enfermedades infecciosas potencialmente letales, Japón debería destinar importantes sumas de dinero para el desarrollo de vacunas por el bien del mundo y por el suyo propio.

Japón también debería comprometerse más activamente en la producción y distribución de medicamentos de origen japonés para el tratamiento de la COVID-19, como la Ivermectina y el Avigan, como proyecto nacional. Uno de los impedimentos para conseguir la aprobación oficial de esos medicamentos para tratar los síntomas de COVID-19 es la escasez de pacientes con coronavirus en Japón. JICA recomienda que los fabricantes de productos farmacéuticos japoneses realicen ensayos clínicos en Brasil y algunos otros países en los que sigue habiendo un gran número de personas afectadas por la enfermedad infecciosa.

En segundo lugar, los líderes del G7 acordaron un nuevo plan global de infraestructuras, con el que quieren frenar la expansión de la influencia de China a través de su Belt and Road Initiative (BRI), Iniciativa de la Franja y la Ruta. Esta iniciativa es un ambicioso plan para crear una esfera económica multinacional dirigida por China.

El desarrollo de infraestructuras en los países en desarrollo ha sido un pilar de la asistencia oficial al desarrollo (AOD) de Japón durante muchas décadas. Sin embargo, en los últimos años, el gobierno japonés considera los proyectos de construcción de infraestructura en países en desarrollo como parte de su estrategia de crecimiento económico con la intención de utilizar la exportación de infraestructura como palanca para estimular la propia economía japonesa.

El acuerdo del G7 sobre cooperación en materia de infraestructura incluye ciertos enfoques que no necesariamente coinciden con los beneficios que contempla Japón. Dicho esto, puesto que se supone que la construcción de infraestructura en países en desarrollo los beneficie, puede haber algunos proyectos que Japón decida emprender en colaboración con Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, etc.

El peligro más grave de la BRI es la diplomacia de la trampa de la deuda. Cuando los prestatarios soberanos entran en mora, no tienen más remedio que volverse dóciles ante China. Para evitar que los países prestatarios sufran esta consecuencia, es esencial cooperar con ellos para garantizar una gestión fiscal prudente y sostenible. Desde la década de 1960, cuando Japón envió a Ruanda al Sr. HATTORI Masaya, funcionario del Banco de Japón, para ponerse al frente del Banque Nationale du Rwanda, o banco central de Ruanda, envió expertos en gestión de finanzas públicas a varios países en desarrollo y recibió a funcionarios de los bancos centrales de estos países para capacitarse en Japón.

Aparte de la cooperación en materia de gestión de finanzas públicas con los países en desarrollo, creo que la medida de cooperación más eficaz para ellos es el desarrollo de recursos humanos. JICA construyó escuelas, desde el nivel primario hasta el universitario, en muchos países en desarrollo, proporcionando infraestructura educativa sobre la propia experiencia de Japón. JICA también brindó oportunidades a estudiantes e investigadores de países en desarrollo para capacitarse en Japón o estudiar en las universidades japonesas. Cuando esos jóvenes que estudian en Japón desarrollan familiaridad con el país y logran desempeñar roles clave en su país, estos lazos de amistad perdurarán sin duda 30 o 40 años. JICA mantiene la larga tradición de trabajar teniendo en mente que "el desarrollo de recursos humanos es esencial para la construcción de la nación".


Ahora examinaré brevemente el estado actual de la cooperación internacional y lo que hay que hacer en cada país o región.

En este momento, India está muy castigada por la COVID-19. Japón viene colaborando con la India en un proyecto de construcción de un ferrocarril de alta velocidad y en el desarrollo rural. Más recientemente, Japón ha cooperado con la administración de Modi en la promoción de su plan "Clean India" (India Limpia). Japón debería reforzar su apoyo a India. Un "Indo-Pacífico libre y abierto" no puede realizarse sin el desarrollo de India.

El sudeste asiático también se está siendo muy afectado por la pandemia. China sigue extendiendo y ampliando agresivamente su presencia en la región. Para reforzar la relación entre Japón y el Sudeste Asiático, estuve pensando en una idea para que los principales países del Sudeste Asiático -Indonesia, Filipinas y Vietnam-, así como Australia y las naciones insulares del Pacífico, entre otros, creen lo que yo llamo una Unión del Pacífico Occidental (UPO) como una coalición flexible de naciones, comparable a la Unión Europea. Un joven investigador japonés y yo tenemos previsto publicar conjuntamente un libro este otoño para detallar la idea de esta Unión del Pacífico Occidental.

En cuanto a África, el Gobierno de Japón, la Comisión de la Unión Africana, las Naciones Unidas, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y el Banco Mundial planean coorganizar la octava Conferencia Internacional de Tokio sobre el Desarrollo de África (TICAD8) en Túnez en 2022. China está ampliando con vehemencia su influencia en África. Por lo tanto, una agenda importante es la elaboración de medidas específicas para mantener a China bajo control.

América Latina también sigue seriamente afectada por la COVID-19. En la región, muchos Nikkei (descendientes de japoneses) desempeñan papeles importantes en diversos sectores. Por ello, Japón goza de muy buena reputación en América Latina. Japón necesita evitar que los países latinoamericanos se inclinen hacia China por una cuestión de diplomacia relacionada con las vacunas.

Lo que se haga, como se mencionó anteriormente, necesita recursos financieros. Las asignaciones presupuestarias de Japón para la AOD alcanzaron su punto máximo en 1997 y después siguieron disminuyendo hasta 2015, en que se redujeron a la mitad.

En algún momento Japón llego a ser el mayor proveedor de AOD del mundo en términos del volumen de asistencia basado en los presupuestos destinados a tal fin, que incluyen donaciones, préstamos y suscripciones/contribuciones a organizaciones internacionales. Actualmente ocupa el cuarto lugar en el mundo. Su volumen total de AOD representa el 0,31% (estimación provisoria de 2020) del producto bruto interno (PBI) de Japón, menos de la mitad del objetivo del 0,7% fijado por las Naciones Unidas (véase el gráfico que muestra la comparación entre países). El volumen de AOD de Japón aumentó un poco en los últimos años, pero esta tendencia refleja más bien el cambio en el sistema estadístico de AOD.

En el G7, el Reino Unido tiene como objetivo destinar el 0,7% de su PBI a AOD, mientras que Francia pasó del 0,44% en 2019 al 0,53% en 2020 y Alemania registró un fuerte aumento del 0,61% en 2019 al 0,73% en 2020. La relación AOD/PBI de Estados Unidos es tradicionalmente baja, pero sigue siendo el mayor prestador de AOD. Además, el gobierno estadounidense reforzó las funciones de las agencias federales de asistencia. Por ejemplo, ahora designa a un administrador de nivel ministerial como jefe de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), que es el homólogo estadounidense de la JICA.

Dicho sea de paso, el presupuesto de defensa de Japón fue casi el 1% de su producto bruto interno (PBI), la mitad del 2% del PBI, el objetivo actual acordado para los países miembros de la OTAN. Es obvio que Japón puede contribuir mejor al mundo con su AOD que con sus capacidades de seguridad. Si Japón quiere realmente cooperar con el resto del mundo, debería elevar la proporción AOD/PBI al 0,35%, es decir, a la mitad del objetivo de AOD/PBI fijado por las Naciones Unidas, que es del 0,7%. Aunque pienso que Japón debería aumentar más su gasto en defensa, creo que debería priorizar el aumento de la relación AOD/PBI al 0,35% lo antes posible y, finalmente, al objetivo del 0,7% fijado por las Naciones Unidas.


Perfil del autor: KITAOKA Shinichi, nacido en 1948. PhD graduado de la Universidad de Tokio, Ph.; ex embajador de Japón ante las Naciones Unidas; profesor emérito de la Universidad de Tokio.

El artículo original en japonés fue publicado en The Nihon Keizai Shimbun el 9 de julio de 2021.

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