
Los inmigrantes crearon numerosas organizaciones para ayudarse mutuamente. Entre ellas, las “Asociaciones Japonesas” (“Nihonjin kai”) desempeñaron un papel importante. Estas instituciones realizaban eventos sociales como paseos y jornadas deportivas para profundizar los lazos entre sus socios. Pero no solo eso. Por ejemplo, a principios del siglo XX, los consulados de Japón en los EE.UU. solían delegar en ellas la tarea de expedir los “certificados de migración” y otros documentos oficiales. Por otra parte, se encargaban también de organizar las celebraciones nacionales, como el Día de la Fundación de Japón y el Natalicio del Emperador.
Además de las asociaciones japonesas existían numerosas agrupaciones específicas, de membresía “acotada”, como los “kenjin-kai”, que reunían a personas de una misma prefectura, los “dosen-kai”, o inmigrantes que viajaron en el mismo barco, e infinidad de instituciones como cooperativas agrícolas, cámaras de comercio e industria, círculos de profesionales, etc. Todos estos grupos no eran simplemente conjuntos de personas unidas por intereses comunes. Eran además espacios de intercambio, para personas que compartían un sentimiento común hacia la lengua y la cultura japonesa, en donde se forjaban vínculos solidarios. En ese sentido, desempeñaron un rol importante al ayudar a los inmigrantes a adaptarse a la vida en el nuevo país, sin perder los lazos con el de origen.
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