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Desde los inicios del proceso migratorio, los japoneses llegaron a las plantaciones azucareras y de café como trabajadores con contrato. Al cabo de un tiempo, muchos pudieron independizarse y destacarse en el cultivo de verduras, frutas y otros productos agrícolas.
Se dice que los japoneses trabajaban de la mañana a la noche durante toda la semana. Y, por necesidad o por voluntad, no eran pocos los que lo hacían incluso los domingos, es decir, los días de descanso para quienes profesaban el credo cristiano. Esa forma “intensa” de dedicarse al trabajo era a menudo vista en forma sospechosa por algunos sectores de la comunidad local. Pero no todo era suspicacia. Más allá de las críticas circunstanciales, gracias a su denuedo y abnegación, al cabo de un largo proceso, los japoneses en Brasil lograron ser considerados “personas de confianza”. La expresión en portugués “japonês garantido” es, acaso, la prueba lingüística más cabal de la reputación adquirida por estos inmigrantes.
En este sector de la sala se exhiben instalaciones vinculadas a los cultivos de café, algodón y pimienta. Además, se han dispuesto réplicas de distintos tipos de verduras y frutas, para que los visitantes puedan sentir en sus manos las formas y texturas de estos productos, fundamentales en el desarrollo de la inmigración japonesa en Brasil.
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