Japan International Cooperation Agency
Share
  • 日本語
  • English
  • Français
  • Espanol
  • Home
  • About JICA
  • News & Features
  • Countries & Regions
  • Our Work
  • Publications
  • Investor Relations

OGATA Sadako

junio 25, 2007

  • English
  • Francais

Discurso en Oxford: Ayuda Japonesa al Desarrollo y el nuevo reto

El pasado 22 de junio, la presidenta Sadako Ogata pronunció el siguiente discurso sobre el futuro de la ODA de Japón en la Universidad de Oxford.

Introducción

Me siento profundamente honrada de poder dirigirme a Vdes. hoy en Oxford, lugar tan renombrado durante siglos como centro de la excelencia intelectual mundial. El tema que abordaré, "La ayuda japonesa al desarrollo y el nuevo reto", es exigente y de rabiosa actualidad

Durante medio siglo, la ayuda al desarrollo ha sido uno de los principales instrumentos de la política exterior de Japón, y ha desempeñado un papel decisivo en la confección de la posición global de nuestro país en el mundo.

Pero hoy nos encontramos en una encrucijada. Mientras países como el Reino Unido han aumentado su ayuda, la Ayuda Oficial al Desarrollo de Japón (ODA) se ha reducido un 40 por ciento en los últimos 10 años. Es necesario invertir esta tendencia, pero el reto es cómo conseguirlo y cómo abordar también los principales problemas del mundo como el calentamiento terrestre y el desarrollo de África.

El próximo año será decisivo, y ayudará a configurar el papel de Japón en la comunidad mundial. En mayo, celebraremos una cuarta conferencia internacional sobre África – La conferencia Internacional de Tokio sobre el Desarrollo de África – bajo el nombre de TICAD IV. Y en julio, Japón presidirá la cumbre del G-8.

En octubre, la JICA dará por finalizada una importante reestructuración con su fusión con el Banco para la Cooperación Internacional de Japón, JBIC, que dará paso a la "Nueva JICA". Esta nueva organización, con cerca de 8.800 millones de dólares disponibles en recursos financieros, proporcionará una ayuda más rápida y más eficaz a parte de las personas más necesitadas del mundo, y remodelará la forma en que se ofrece la Ayuda al Desarrollo Oficial de Japón , u ODA.

Nuevo Reto

Antes de empezar a hablar del "nuevo reto", quisiera repasar brevemente la historia de la ayuda al desarrollo.

La II Guerra Mundial dejó a Japón devastado y sumido en la hambruna y la pobreza. Durante el inmediato periodo de reconstrucción de posguerra, Japón recibió enormes ayudas de Estados Unidos de América (EUA) y organizaciones internacionales como la UNICEF (Fundación para la Infancia de las Naciones Unidas), como ayuda en alimentos. El Banco Mundial ayudó a Japón a reconstruir infraestructuras vitales como redes eléctricas, carreteras y redes ferroviarias. Así pues, Japón fue un importante "receptor de ayuda" durante este periodo, y la comunidad internacional apoyó su reconstrucción y su nuevo desarrollo.

Sin embargo, en la década de los 50 ese papel empezó a cambiar. Además de receptor, Japón se reincorporó a la comunidad internacional como donante al convertirse en miembro del denominado Plan Colombo en 1954. Cuando el país recuperó la vitalidad económica, Japón amplió su Ayuda Oficial al Desarrollo, tanto en términos financieros como geográficos, en especial por toda Asia, que alcanzó su cota máxima entre 1991 y 2000, cuando Japón se convirtió en el primer donante bilateral del mundo, proporcionando el 20 % del total de los fondos globales para los países del denominado CAD (o Comité de Ayuda al Desarrollo). Como primer donante, Japón también aplicó iniciativas políticas como el TICAD, y contribuyó a la formulación de la estrategia de desarrollo del CAD.

Pero en la última década esta tendencia se ha invertido. Mientras que EUA, el Reino Unido y otros países europeos han aumentado su ayuda- en parte como respuesta a los ataques del 11 de septiembre de 2001 para impedir que los países en vías de desarrollo se conviertan en campos de cultivo de futuros terroristas- la ODA de Japón ha disminuido un 40 por ciento a causa de una prolongada recesión económica y la necesidad de una reforma fiscal. El año pasado, en términos globales, la ayuda japonesa al desarrollo fue menor que la de EUA y el Reino Unido.

Ahora, mientras nos dirijimos hacia 2008 y esa "encrucijada" que he mencionado en mi introducción, quisiera hablar de la "Ayuda al Desarrollo de Japón y el Nuevo Reto", en especial en relación con tres áreas prioritarias.

 

  • (1) el fomento de la 'seguridad humana'
  • (2) la mejora de la ayuda al desarrollo de África
  • (3) y la reestructuración de mi agencia en lo que denominaré la 'Nueva JICA'

 

Seguridad humana

Durante los últimos años, la JICA ha basado muchos de sus proyectos de desarrollo en el concepto de la "seguridad humana". Este concepto captó la atención internacional por primera vez con la publicación del Informe de Desarrollo UNDP de 1993. Se trataba de un intento de añadir una "cara más humana" a la ayuda al desarrollo, que se centraba primordialmente en lo económico.

Este concepto ganó credibilidad en Japón durante la crisis financiera asiática de 1997-98, que provocó unos importantes trastornos sociales que afectaron negativamente a millones de personas en la región. El primer ministro Keizo Obuchi sugirió que el progreso económico está intrínsicamente ligado a la estabilidad social, y propuso el concepto de "seguridad humana" como forma de proporcionar una red de seguridad social para poblaciones vulnerables.

Japón y las Naciones Unidas realizaron acciones conjuntas para desarrollar este concepto, y en la Asamblea General del Milenio de la ONU, decidieron establecer la Comisión sobre Seguridad Humana para definirlo. Tras dejar mi puesto de Alta Comisionada de la ONU para los Refugiados, me pidieron co-presidir la Comisión con el economista galardonado con el premio Nobal Amartya Sen. La Comisión posteriormente presentó un informe al secretario general de la ONU Kofi Annan y al primer ministro Yoshiro Mori.

La idea central de nuestras recomendaciones hacía hincapié en que la seguridad ya no podía ser garantizada solamente por estructuras estatales. Se propuso una iniciativa a dos bandas: la más tradicional de "arriba abajo", en donde las leyes y las instituciones gubernamentales protegen los derechos y libertades básicas de las personas, y una nueva, de "abajo a arriba", que incide especialmente en la necesidad que tienen las personas y las comunidades locales de dotarse a sí mismas de poder a través de la gestión de la educación, la información, la salud, y la presentación de medidas de seguridad social. Estas dos iniciativas se fortalecerían mutuamente, y también fortalecerían el pacto global entre estado y personas.

En Japón, el concepto de "seguridad humana" se incorporó en la revisión de la política sobre la ODA en 2003. La posterior política a medio plazo de ODA de 2005 recalcó el concepto, afirmando claramente que la "perspectiva de la seguridad humana debería adoptarse ampliamente en la ayuda al desarrollo". El Gobierno japonés creó la Fundación de la ONU para Seguridad Humana, que apoya a proyectos de la agencia de la ONU basados en esta iniciativa.

La "seguridad humana" es un hito de la política de mi agencia, y la JICA ha adoptado directrices en la implementación de proyectos como por ejemplo: 1) llegar hasta los necesitados a través de iniciativas centradas en las personas; 2) dotar a la gente de poder y también protegerla; 3) centrarse en los grupos más vulnerables cuya supervivencia o dignidad están en peligro; y 4) abordar globalmente tanto la "libertad de deseo" como la "libertad de miedo".

Además, he recalcado la necesidad de que los proyectos humanos basados en la seguridad adopten un carácter más incluyente y multisectorial. En el pasado, la tendencia de la ayuda técnica de la JICA era concentrar los proyectos en sectores específicos como la educación, la salud o la agricultura. Apenas había enlaces entre los proyectos individuales o entre los distintos sectores. Ahora estamos intentando presentar un enfoque más integrado en la planificación de la ayuda.

Por último, quiero remarcar las importancia de llevar a cabo programas que se basen en el "terreno", y estén enlazados directamente con las personas que estamos intentando ayudar. Como Alta Comisionada para los Refugiados, tuve muy claro que para proteger a las personas era necesario no solamente poner en práctica la Ley Internacional del Refugiado, sino también estar con ellos, ayudarlos a formarse y a conseguir ser autosuficientes.

Al igual que con la ayuda al desarrollo, es también de vital importancia relacionarse con las personas y comunidades locales en todos los niveles. En la actualidad hay más de 2.000 expertos japoneses planificando e implementando proyectos de la JICA en todo el mundo. Mediante la denominada colaboración "sur-sur", miles de expertos sobre el tercer mundo formados en Japón están participando en proyectos auspiciados por nuestro país. Otros 2.300 voluntarios japoneses están trabajando en 78 países, aplicando conocimientos prácticos que pueden utilizarse en las fronteras de la ayuda al desarrollo, además de estar en contacto permanente con el personal de la JICA implicado en otros proyectos directamente. Esta presencia japonesa a gran escala "sobre el terreno", en colaboración con las personas que sufren dificultades, ha caracterizado el enfoque global de Japón con respecto a la ayuda al desarrollo, además de enfatizar una ayuda técnica directa de persona a persona y la creación de nuevas capacidades.

Ayuda al desarrollo de África

El segundo reto es la ayuda a África. Es una cuestión que ya se ha abordado en las cumbres de la ONU, el G-8 y otros foros similares. Como he mencionado anteriormente, el año próximo se celebrará una cumbre africana en Japón, la TICAD 4, que hará especial hincapié en la aceleración del desarrollo en África. La ayuda de Japón a este continente ha seguido el consenso internacional de centrarse en la reducción de la pobreza mediante el fomento de proyectos educativos, sanitarios, de gestión del agua, y agrícolas. Aunque continuamos activos en estos campos, estamos empezando a fijarnos cada vez más en la aceleración del crecimiento económico.

Resulta interesante subrayar que los propios africanos dirigen su mirada hacia el crecimiento económico, y están analizando la experiencia asiática como guía potencial para su propio desarrollo. El presidente Donald Kaberuka del Banco de Desarrollo Africano, junto con otros líderes del continente, están debatiendo abiertamente sobre el objetivo de convertir el "milagro asiático" en un "milagro africano".

Repasando los datos del desarrollo asiático, entre 1981 y 1994, por ejemplo, el PIB per cápita creció un 6,45 en el este de Asia, superando fácilmente a otras regiones, como el 2.97 por ciento de África, o el 4.27 por ciento del sur de Asia, América Latina y el Caribe. Otros hitos importantes son que el porcentaje de población del este de Asia que vive con menos de un dólar al día se ha reducido en más de 400 millones de personas, del 56 al 47 %. El desarrollo de infraestructuras básicas como sistemas de electricidad, puertos y riegos, principalmente a través de la cooperación japonesa, ha estimulado un clima de inversiones benigno, fomentando inversiones directas del sector privado. Todos estos factores han ayudado a apuntalar el crecimiento económico de la región y reducir la pobreza.

La experiencia del este de Asia subraya la importancia vital del desarrollo de infraestructuras clave como carreteras, puertos, y redes eléctricas. Se ha conseguido un inicio en África. Está previsto construir más autovías interestatales. La JICA y la NEPAD (o Nueva Asociación para el Desarrollo de África), están fomentando las denominadas iniciativas de Puestos Fronterizos de Parada Única, para definir puestos comunes compartidos por países vecinos. Este concepto está pensado para acelerar el flujo de comercio interestatal y el movimiento de personas.

Es evidente que el desarrollo de la agricultura es un aspecto vital en todo el continente. En Asia, el progreso económico fue posible gracias a la denominada "revolución verde", que mejoró enormemente la productividad y ayudó a alimentar a millones de personas pobres del mundo rural. En Indonesia, por ejemplo, Japón introdujo un programa de ayuda global que llegó a convertir un país que principalmente importaba alimentos en uno de los principales exportadores en 1984. Creo que en África también es posible una "revolución verde". Es una cuestión que ya propuso en 1985 el entonces ministro de Relaciones Exteriores Shintaro Abe, y que implica una iniciativa global que cubre no solamente la investigación agrícola sino también la prevención de la desertificación y tareas de reforestación. Un modesto programa llamado "Proyecto de Cooperación para la Promoción Forestal" dirigido principalmente por voluntarios japoneses ya ha tenido éxito en países como Tanzania, Senegal, Níger y Etiopía.

En la actualidad, cerca de 200 expertos y voluntarios están trabajando en África para fomentar una revolución verde. Un proyecto actual para África es el desarrollo a gran escala de una nueva variedad de arroz resistente a las sequías y las enfermedades, conocida con el nombre de NERICA. Esta nueva variedad, que es un híbrido de variedades provenientes de África y Asia, ya está siendo plantada en algunos países africanos. En Uganda, por ejemplo, la variedad NERICA ya representa aproximadamente el 30 % de toda la producción actual de arroz de ese país.

Deberían introducirse otras innovaciones para mejorar la producción agrícola en África. Una mayor implicación de las mujeres, por ejemplo, resulta esencial. La productividad agrícola aumentó enormemente en un programa de Tanzania que visité el año pasado. Las mujeres del poblado plantaban semillas de arroz en hileras bien cuidadas como se hace en Asia, lo que repercutió en una mejor utilización de la tierrra y el agua, y consiguió mejores cosechas. La JICA también está implicada en el denomiado "Movimiento Un Poblado Un Producto" en Malawi y Ghana. Este concepto, que surgió en el sur de Japón, anima a cada poblado a producir productos específicos para el mercado. Estoy convencida de que este tipo de iniciativas no sólo fortalecen a las comunidades agrícolas sino que también resultan eficaces para el desarrollo de las economías agrícolas.

También es evidente que las condiciones atmosféricas y el medio ambiente están estrechamente ligadas a la agricultura. No es ningún secreto que los países en vías de desarrollo, como los de África, son los que más sufren el cambio climático. Estoy convencida que es obligación de los países desarrollados reducir los gases de efecto invernadero y al mismo tiempo realizar acciones específicas para minimizar su impacto en África.

La JICA está llevando a cabo acciones para abordar otros problemas medioambientales a través de la prevención de la desertificación, la producción de energía solar, un desarrollo urbano respetuoso con el medio ambiente y una mejora de la utilización del agua tanto para cosechas como para uso doméstico.

Quisiera citar ahora algunas iniciativas recientes llevadas a cabo en África para acelerar el crecimiento de la tecnología de la información (TI). Ruanda ha anunciado su plan de desarrollo económico dirigido por Tecnologías de la Información y Comunicación (ICT), y ha solicitado a Japón ayuda para crear institutos de enseñanza técnica especializados en formación e investigación en TI. Otros países también han solicitado ayuda para fomentar la TI y la educación en ciencia y tecnología.

La anterior ayuda de Japón a Asia incidía especialmente en el "desarrollo de las capacidades humanas" con la premisa de que un país no se puede levantar sin conseguir este componente vital. Me gustaría llevar a cabo acciones similares en África. No es exagerado afirmar que este denominado "modelo de desarrollo japonés" ha sido uno de los factores del éxito de Asia, y también debería ser importante en el desarrollo de África.

"La nueva JICA"

El tercer reto es el establecimiento de lo que denominamos "Nueva JICA".
En esta última década aproximadamente, el mundo se ha convertido en un lugar mucho más complejo, y la globalización ha causado un rápido flujo de enfermedades, información y personas que han traspasado fronteras. También son cada vez más las amenazas de terrorismo y cambio climático que los estados por sí solos ya no pueden evitar.

Estos retos exigen nuevas iniciativas. Durante los últimos años, Japón ha ido reestructurando los distintos mecanismos que cubrían su ODA. Esto ha afectado a mi organización, la JICA. En octubre del próximo año, la JICA se fusionará con la sección de ODA del Banco para la Cooperación Internacional de Japón, JBIC, que actualmente concede préstamos subvencionados a países en vías de desarrollo. Y también supervisará importantes porciones de las ayudas que está desembolsando actualmente el Ministerio de Relaciones Exteriores.

"La Nueva JICA" se convertirá en la mayor agencia de desarrollo bilateral del mundo, con unos recursos financeros de 8.800 millones de dólares. Tendrá una plantilla de más 1.600 personas y operará en unos 155 países.

De forma exclusiva, y por vez primera, se encargará a una agencia de ayuda japonesa ofrecer ayuda técnica, préstamos y ayudas subvencionadas "todo bajo un mismo techo". Esta agencia podrá utilizar varias "combinaciones" de estos tres activos para satisfacer las necesidades de las personas. Y sería apropiado también utilizar un nuevo eslogan: Gran Velocidad, Gran Escala y Gran Difusión.

"La Nueva JICA" podrá "acelerar" proyectos coordinándose más estrechamente la ayuda técnica, los préstamos y la ayuda subvencionada. Podremos "llevar a mayor escala" proyectos piloto que hayan tenido éxito teniendo recursos financieros inmediatos disponibles. Y la JICA podrá "difundir" o ampliar las actividades de desarrollo basadas en comunidades combinando la cooperación básica de las ONG y los voluntarios de JICA con microfinanciación.

Los anteriores atascos administrativos entre el JBIC, la JICA y distintos ministerios gubernamentales deberían acabar, y con esta nueva sinergía deberíamos poder analizar, aprobar, implementar y sostener proyectos con mucha mayor eficiencia que antes. Las ventajas son obvias. Nuestros proyectos deberían tener una mejor combinación coste-eficacia y llegar con rapidez a las personas más necesitadas del mundo.

Y ya estamos introduciendo varias innovaciones. Como he mencionado anteriormente, cada vez estamos implementando más proyectos "inspirados en el terreno", que mantienen una estrecha relación con los deseos y necesidades de las comunidades locales y su gente. Para potenciar esa iniciativa, estamos desplegando cada vez más personal de las oficinas interiores a las bases sobre el terreno.

La disminución del volumen de la ODA global de Japón ha sido, personalmente, una decepción, pero confío en que la próxima fusión entre la JICA y el JBIC producirá un nuevo elemento de "valor añadido" a la ayuda de desarrollo de Japón, y que ese "valor añadido" generará una nueva ecuación matemática en donde uno mas uno no será solamente dos, sino tres o más.

Conclusión

Quisiera finalizar mi discurso señalando las dos direcciones que debo seguir para poder cumplir los retos que les he presentado esta tarde. Necesitaré socios que compartan y apoyen estos objetivos, tanto en Japón como en el extranjero.

Para obtener apoyo dentro de Japón, tengo previsto aprovechar la próxima fusión con el JBIC para que la ayuda al desarrollo se convierta en una de las máximas prioridades de la política de Japón.

Aunque es cierto que el prespuesto japonés para la ODA ha ido disminuyendo, es importante destacar que esto se ha debido en gran parte a requisitos administrativos y de reforma fiscal. No obstante, el interés de los japoneses por la situación apremiante de los países en vías de desarrollo NO ha menguado. Todo lo contrario. En un reciente sondeo, el 67 por ciento de los encuestados expresaron su apoyo activo a continuar con las ayudas. "La educación sobre desarrollo" se enseña cada vez más en las escuelas y grupos de estudio informales. Los jóvenes continúan actuando en el extranjero para la JICA, y en estas últimas semanas hemos enviado al voluntario joven número 30.000, todo un hito en nuestro programa. Y cada vez son más las ONG que trabajan en el extranjero.

Cuando la "Nueva JICA" esté completamente operativa el próximo otoño, tengo previsto seguir fomentando el interés de la opinión pública, hablando con empresas, académicos y periodistas para que se unan a los debates y actividades de la ayuda al desarrollo.

Y mientras seguimos trabajando para realizar cambios dentro de Japón, quisiera hacer un llamamiento a socios internacionales, en especial en el Reino Unido, para forjar vínculos más fuertes con Japón y perfeccionar la ayuda al desarrollo. El Reino Unido ya ha anunciado su intención de hacer de la ayuda al desarrollo un tema prioritario, y hace poco desbancó a Japón del segundo puesto de los principales donantes bilaterales. He admirado en particular la determinación con que han abordado Vdes las cuestiones de desarrollo en África, y el llamamiento que han realizado para que se tomen acciones globales para abordar el cambio climático.

Ahora quisiera proponer varias acciones para fomentar una relación de trabajo más estrecha con las agencias de ayuda y centros de investigación británicos en donde habrá espacio para un diálogo político más cercano sobre cuestiones de desarrollo. Puesto que la "Nueva JICA" refuerza su capacidad de investigación, quisiera debatir con universidades e instituciones dedicadas a la investigación de su país la posibilidad de colaborar e incluso llevar a cabo investigaciones conjuntas. Y Oxford, desde luego, está en un lugar muy alto de la lista de aquellos con quien deseamos iniciar consultas.

Me gustaría acabar mi discurso agradeciéndoles que me hayan ofrecido la oportunidad de exponer los retos con que se enfrenta la ayuda al desarrollo japonesa en general y la JICA en particular. Me encantaría que esta ocasión pudiese ser el inicio de un apoyo mutuo y una colaboración más estrecha.

PAGE TOP

Copyright © Japan International Cooperation Agency